sábado, 4 de noviembre de 2017

Homilía sábado 4 noviembre 2017 - difuntos oblatos


Hoy es un día dedicado a nuestros hermanos oblatos difuntos. Un día donde como comunidad no solo traemos a la memoria a aquellos que nos han dejado un testimonio de vida oblata en la misión, sino también a aquellos por quienes debemos orar más.

En la primera lectura hemos escuchado a Pablo que nos mete dentro de un grueso y profundo tema: LA SALVACIÓN DE ISRAEL. Un pueblo acostumbrado a caer en la presunción, en la obstinación de sentirse elegido. Allí surge la pregunta ¿Dios abandonará a su pueblo? La respuesta es: aunque el pueblo sea endurecido Él no abandonará a SU pueblo. Esta infidelidad de Israel provoca que muchos otros pueblos también sean salvados. Porque en la lógica, en la esencia de Dios existe solo LA BONDAD. Hubiese sido digno de un pueblo que se siente elegido que se preocupase también por el bien espiritual de los demás. Menos mal que en medio de todo esto surge un pequeño resto de Israel que sigue a Jesús.

Un Jesús que lo vemos hoy sábado acudiendo a una invitación hecha por un “jefe” de los fariseos. Jesús sabía que se exponía al acecho, quizás a una conspiración para tenderle una trampa. Pero igual curó a un hombre enfermo en día sábado. Y no demoró en hacerles una pregunta frente a la calumnia que ya nacía en las mentes de los que estaban presentes. Pero ninguno fue capaz de responder a ese desafío que Jesús les lanza. Jesús es modelo porque sutilmente los lleva a sus adversarios al verdadero camino: EL DE LA HUMILDAD Y EL DE LOS POBRES.  

La humildad y los pobres están en el centro de esta perícopa. ¿A dónde va Jesús a comer? Vemos que Jesús se relaciona con toda clase de personas. Jesús trata también con los ricos, pero les dice la verdad. Es valiente, para dar esas enseñanzas en aquel ambiente. ¡Qué valiente eras, Señor! Tú nos instruyes cuando nos recuerdas que debemos ser humildes de verdad. ¿A quiénes debemos invitar y a quiénes no, según Jesús? Lo que pretende Jesús es romper moldes: romper los valores dominantes de nuestra sociedad.

Lo más importante para nosotros los cristianos, es que lo más importante se volvió accidente y el accidente se volvió importante, es decir, y es justo preguntarnos hoy: ¿dónde está la búsqueda por la construcción del reino?... simplemente no está. ¿La búsqueda de la tolerancia, la justicia, la paz, la hospitalidad hacia los migrantes?..., simplemente no está. ¿De qué discutimos hoy?: ¿quién traduce esto o aquello, como nos debemos comportar en la Misa? Y caemos en lo que ya Erasmo de Rotterdam en “El elogio de la necedad” había dicho: “¿Qué cosa más divertida que ver cómo todo lo hacen conforme a preceptos determinados, cual si sus actos estuvieran sujetos a reglas matemáticas cuya omisión implicase sacrilegio? ¿Cuántos nudos tendrán las sandalias; de qué color será el cinto; qué número de ropas habrán de vestir; cuál será la materia y la longitud del cinto; qué forma y dimensiones tendrá la capilla; cuántos dedos de ancho el cerquillo, y cuántas horas han de dormir?”

En definitiva, preguntarnos: ¿En qué lugar de la mesa nos sentamos? Realmente es un honor que el anfitrión nos invite “a subir más arriba”.

Entre nosotros –los Oblatos– tenemos un ejemplo bonito de humildad. Recordemos que Eugenio en sus primeros contactos con Tempier lo califica de: “un ángel que parece creado para hacer la dicha de una comunidad”. Reconocer al hermano como un grande delante mío. Alguien de quien necesito para vivir.

Por Roberto Carrasco, OMI


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