jueves, 11 de septiembre de 2014

INSISTO: Se tiene que invertir en el diálogo

No se puede permitir una verticalidad en procesos de búsqueda del Bien Común

Desde el conflicto amazónico allá por el año 2009 se ha empezado a vislumbrar una seguidilla de situaciones nuevas que han traído profundos cambios en la vida de los pueblos del Napo. Recuerdo que el primer conflicto empezó en abril del 2009 en pleno río Napo cuando poblaciones indígenas se vieron en la necesidad de bloquear el río porque veían una amenaza latente y fuerte que cambiaría sus vidas, y sí que las cambió.

Los pueblos del Napo han sido testigos de actitudes contrarias a principios culturales napurunas que han empezado a quebrar la armonía o por lo menos la tranquilidad del cada día en la comunidad. Ahora ya no son caucheros, ni madereros, ni buscadores de oro, ni regatones. Ahora son extranjeros con un gran ímpetu de codicia que con la bendición de los gobiernos de turno han permitido a diestra y siniestra una serie de concesiones mineras y petroleras en una región que todavía sigue siendo la "cenicienta" respecto a la costa o la sierra que tienen procesos mucho más trabajados.

La debilidad de quienes nos gobiernan frente a tan jugosas primas y regalías o quizás la podríamos llamar "comisiones" por permitir o crear leyes que benefician el ingreso de grandes economías, pero sobretodo de empresas, al parecer, irresponsables que lo único que han empezado a dejar son secuelas de muerte y destrucción de la aún todavía "maravilla natural".

Tenemos nosotros culpa, y mucha, de no conocer realmente esta parte de nuestra historia. La población peruana en general no cuenta ni un mínimo de idea de lo que es y que significa la palabra Amazonía en el ideario o en la vida de un pobre escolar. La selva como región no cuenta. Y esto es el punto de partida para no saber como empezar un proceso de diálogo real. No hay políticos ni políticas que hayan construido un planteamiento concreto para empezar a cambiar esto. Las curriculas escolares siguen con su esquema tradicional que se impone porque no se está trabajando un verdadero contenido de esta región, primero en las escuelas, segundo en los colegios y tercero en las universidades. Aquí en la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana el nivel de investigación es casi nulo. Y a veces creo que los pocos egresados se han acostumbrado a repetir lo poco o mucho que han leído, salvó algunas excepciones que merecen nuestro respeto.

La diversidad de lenguas, idiomas y dialectos también juegan un papel importante en esta falta de propuesta seria por buscar un verdadero y justo diálogo. No hay expertos que hayan trascendido en el estudio de las lenguas y de las costumbres, que por cierto son muy diversas y ricas, y no dejan de ser complejas. Pareciera que esto para el inversionista es un punto a favor, porque así nadie comprendería realmente lo que se está haciendo en la selva. Esta situación trae consigo diversos momentos en estos últimos 40 años en esta parte del Perú. Si antes los indígenas no sabían leer ni escribir y por lo tanto no firmaban ningún contrato, a pesar que ya sus ancestros habían vivido expropiaciones de tierras, ahora las nuevas generaciones han pasados de ser además de profesores o técnicos en salud, a ser estudiantes universitarios con visión de ingenieros, empresarios, médicos, abogados. En unos cinco años más ya tendremos los primeros napurunas médicos, obstetraz, ingenieros, abogados, pero napurunas de verdad, identificados con su lengua o su etnia. Ellos quizás pudieran tener mucho o algo que decir, pero lamentablemente podría ser muy tarde porque cuando han vuelto de la ciudad, sus pueblos han cambiado mucho por que los territorios de sus abuelos han sido entregados a inversionistas extranjeros.

Empresas petroleras como Perenco, Repsol entre otras ya han empezado a cosechar frutos de tanta inversión en esta parte del Perú. Todavía queda mucho por aprender porque hay algo que no ha sido resuelto. No hay un proceso serio y sincero de diálogo con las partes interesadas, pero sobretodo organizadas. La práctica de diálogo es cuestionable. Perenco sólo dialogó con Buenavista y otra más. Y Buenavista no quería que los "beneficios" de esta extracción lleguen a otras más. Perenco sólo dialogó con la comunidad involucrada directamente en el territorio otorgado a ellos. Ahora le pasa factura este proceso mal hecho. Nunca un diálogo puede ser tan vertical y exclusivo porque trae serias consecuencias. Seria bueno dialogar con instituciones que reúnen o congregan a poblaciones o instituciones organizadas, como las federaciones. Y ahora está el Comité Multisectorial del Napo.

Hace 40 años empezaron en el Napo experiencias de organizaciones todavía muy débiles que señalaban que esta parte del territorio que habitan les pertenece y agradecían al presidente Juan Velazco Alvarado el haberles devuelto sus tierras en algún momento quitadas por algún "patroncito" con complejo inglés o español o portugués. Hoy hay organizaciones que han aprendido a sobrevivir fruto de tantas luchas por conservar lo poco que se les reconoce. Cabe recordar que recién la Constitución del año 1979 le daba al indio derechos ciudadanos que antes se les negaba porque "eran o simplemente no eran", "estaban o simplemente no estaban". Hoy no se puede negar que una cultura de resistencia ha permanecido por estos años. El Napuruna es silencioso pero no tonto, es pacífico pero no pasivo. El Napuruna es un contemplativo de lo que sucede. Un proceso lento hace que se habra a un diálogo sincero y abierto porque las llagas de la explotación cauchera y las heridas de las masacres todavía están presentes como un trauma que nadie en el Perú ha querido en justicia empezar a sanar. Por eso el silencio y la desconfianza.

Hoy nos ha llegado la inversión privada muy poderosa por cierto, incluso con seguridad incluida. El Napo está de moda para el gobierno, par las fuerzas armadas y ahora para las instituciones del estado que todavía no entienden porque las llevan a pasear por el río siguiendo la estrategia de Francisco de Orellana cuando por primera vez navegó por este río mirando de "arriba" a los que parecen que están abajo. Claro está que encima de una embarcación todo se ve desde arriba.

El Napo está de moda y con ellos los conflictos. Una seguidilla de enfrentamientos. Las causas son varias, pero el fondo es uno solo. El que ha logrado ingresar desde afuera cree que puede hacer lo que le da la gana con la venia del gobernante de turno. Pareciera que la empresa privada tiene una idea muy sesgada de lo que significa en realidad el término conflicto. O no tiene una idea de conflicto o simplemente se proteje en su condición de ser privado para no abrirse al diálogo. O no quiere tocar el tema, porque es más fácil decir que las cosas andan bien cuando en realidad es que LOS CONFLICTOS SE SILENCIAN PORQUE NO CONVIENE PARA LA IMAGEN DEL PAIS O DE LA EMPRESA.

Lo cierto es que las muertes han empezado, las pérdidas materiales aumentan. La paz y la tranquilidad se han convertido en lindas palabras. Grandes "mounstruos" andan por encima del río y no por debajo como los mitos nos han hecho creer por años. El peque peque ha pasado a ser víctima o presa de inmensas olas que abrazan canoas y las voltean. Nadie reglamenta la navegación en lo ríos ha pesar que hay víctimas que gritan en el silencio por no ser escuchadas. Me parece patético escuchar a un policía o a un fiscal en la ciudad de Iquitoa que sí se presentan este tipo de situaciones se les recomienda a la población que viaje a Iquitos a poner la denuncia, como si la ciudad de Iqutos quedara a la vuelt de la esquina. Es bueno decirlo: la empresa no quiere dialogar, el estado peruano no invierte en este tipo de procesos y la población organizada en el Napo ya empezó a pedir un diálogo sincero PERO EN EL NAPO.

Ni la oficina encargada en conflictos de la. Presidencia del Consejo de Ministros tiene en cuenta esto. Nadie quiere venir al Napo a escuchar a las partes. Lo "oficial" es lo que la empresa o la Marina de Guerra -su protectora- señalan. Mientras tanto que siga la extracción porque como dice la Primera Ministra Ana Jara, "sólo la inversión privada nos sacará de la pobreza". Lamentable afirmación porque la Amazonía en realidad no cuenta, y sí cuenta solo cuando hay un proyecto que genere recursos económicos "para disque todos y todas".

Hace poco regresé del Alto Napo. Un anciano poblador dijo en runa shimi: "si me dicen que soy indio no lo niego. Soy Napuruna. No hay que tener miedo ni vergüenza. Ellos nos tienen que escuchar".


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